martes, 31 de mayo de 2016

Una carta antes de morir.

para tí mi bloger amig@

Tuve dificultad en encontrar un título a este escrito, pero en la libertad que todavía creo poseer (un juego de pensamiento filosófico en mis palabras ¿puede una libertad genuina ser poseída? ¿Sartre dónde estás? ¿Parece que a Camus no le importa mis preguntas?) No soy consciente en traslucir mis palabras a un lenguaje sencillo o maquillarme en el aburrido y fingido desglose intelectual (todavía sigo en la búsqueda de captar y crear el poema que contenga la esencia del todo y la nada), pensé más bien en trasladar algunas aflicciones a través de esta carta antes de morir. Este escrito es inmortalizado en la experiencia del hambre, la conciencia de tener todo sin peso ni carga, es un testimonio personal y un intento de la liberación de angustias y frustraciones de la vida misma. Es dirigido principalmente (con cinismo) para quien no gusta leer y deambular acerca de un estudiante de antropología social y además poeta.
Fueron 24 años que se fueron (llenas de redundancias)… recuerdo haber vivido esos 5 interminables minutos antes de mi muerte. Era un poema tan fuerte que la tinta derramada sobre el papel (fue el único lapicero que tenía y que lo había desarmado para soplar por un extremo para que la tinta pudiera nuevamente pintar por su punto original) era la antesala de mi muerte. Ya ahora en la agonía, veo tan acelerado mi vida pasar por mis costados. Yo me alucino sentado, cuando veo mis manos todo se torna en cámara lenta. Aprecio partes de mi vida. Es la marcha de los indignados. Miles de jóvenes alrededor del mundo tomando las calles, artistas en performance en cada esquina, un poeta recitando sobre un árbol, y un profesor como si en Atenas-Grecia, como si fueran conversaciones en una maloca de alguna nacionalidad indígena del amazonas, ellos hablando en la plaza. Algo ha conmovido a las almas ¿qué pudo ser? Me pregunto. ¡No podemos aceptar que el 1 % de la población en el mundo tenga concentrada todo el dinero! ¡No podemos aceptar que exista pobreza en pleno siglo XXI! ¡No podemos aceptar la destrucción de la naturaleza! ¡Somos los indignados del mundo, los cansados de la injusticia! Se escucha por doquier. Es un fenómeno mundial. Una explosión de las arterias del cuello, un ojo que se me revienta, pero increíblemente sigo con un haz de vida. En mi país un gordo que dícese ser el presidente del Perú sale a declarar: Un grupo de indígenas no pueden detener el desarrollo de todos los peruanos. Eran alusiones del discurso del perro del hortelano de las fabulas de Esopo, ese que dice: que no come y tampoco deja comer. Una curva llamada la del diablo, un 5 de junio del 2011 donde alrededor de más de 24 personas murieron y toda responsabilidad política recae entre los gobernantes de turno, una parte de la historia triste del Perú; Tan triste como la del boom del caucho en la Amazonía, miles de indígenas esclavizados y asesinados por esa empresa de Julio C. Arana. Un dolor más profundo proviene de mis piernas que ya no están. Estoy sobre el barro y un calor infernal me conquista, y mi cuerpo comienza como a derretirse. Un letrero que dice: Grupo Melka un desarrollo destructor de los bosques amazónicos, más de 10000 hectáreas arrasadas tanto en Ucayali y la región de Loreto. Y son nuevamente adolescentes y jóvenes saltando llenos de coraje en las calles de Iquitos, convulsionando a todo el sistema. Ahora escribo con tinta en sangre, esas lágrimas alimentadas por el prejuicio, la pobreza y la injusticia (hasta podría agregar un anti valor más como: la desinformación.) Agonizo más solo me queda pensar en mis últimas palabras que se exponen como cintas de aguas. 31 de mayo del 2016. Un momento muy importante, es el día que se celebra el día de la prevención de los desastres naturales, el día internacional del no fumador, el día internacional de la papa. El fin de los recorridos de María la virgen llenos de cánticos religiosas en las casas de mi barrio. Un 31 de mayo también nace el poeta del ego de la exaltación del yo, Walt Whitman. Ya no contesta al llamado mi capitán. Que si mi carta está siendo ahora redactada, ya imagináis que no ando muerto, sino pura suerte de mis esfuerzos de supervivencia. Ya que Arguedas no me asesoró en el negocio correctamente, pero sí como ser fundamentalmente indispensable. Aun después de la muerte. Es tu creación, el reflejo de las proyecciones de tu existencia. No quiero imaginarme un apocalípsis más atroz, y es las elecciones presidenciales de esta 2da vuelta. Dos candidatos que representan la continuidad del modelo económico que mucho daño lo ha hecho al país. Es la coyuntura y la tradición de elegir al mal menor. Es ajenjo en el alma, que estamos a puertas de equivocarnos y el narco-estado sea implementada sistemáticamente en los estamentos del gobierno. Era mi carta un intento de asociación libre de realidades y de poner en la pantalla de la televisión y medios por haber este paradigma de la “estupidización” actual. Era un intento de compartir ciertos abatimientos que sea un acercamiento y afinidad con muchos de mis contemporáneos (aunque dude que lean esto), un golpe en el resentimiento colectivo. Esas energías joviales de liberación que significa morir por lo que me jode, por lo que me preocupa, por lo que realmente la vida sin sentido es y pudiera ser. Me preocupa la flojera reflexiva de la ciudadanía, especialmente de los que estudiamos y la complicidad sistematizada de muchos en ausencia crítica, destructiva de la sociedad. Hoy aparentemente a segundos de iniciar los 25 nuevamente la muerte me está seduciendo, dicen que la destrucción es una forma de transformación, de construir, la oportunidad de restaurar. Un viento de libertad que la energía de los jóvenes puede convertir, un resucitar a cambios positivos es urgente.

Un Poema de Paso.
“Entre la fantasía y la realidad”
La noche nos cubre
Y con ella acecha el frío antártico desesperante,
En ese mismo instante con intolerancia la torrencial lluvia nos cobija.
Es tanto la desesperanza,
Que mi ser se estremece y busca calentura, pasión, amor, tranquilidad,
¿Quién sabe qué?
Todo ello transcurre aun cuando el vigilante de la cuadra vela por la seguridad de nuestras almas.
Anhelo interminable es mi deseo,
De amarte ciclicamente,
Como el reloj que dice la hora, pero eso sí, con música cambiante.
Es así mi dulzura, Como es que te busco,
Entre los vastos pantanos nebulosas de los achaques de la monotonía del recuerdo,
entre la fantasía y la realidad.

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