para tí mi bloger amig@
Había
empezado como un juego,
saltando
sobre el fuego.
Una
cueva lleno de puñetes y gritos que te perdonaban la vida.
Era
una gran novedad.
Todos
aclamaban ese rigor – más cuevas, por favor-
Unos
zombies se resistían a morir porque hace tiempo ya habían muerto por falta de pan
y agua.
Los
discursos de las doce, tiraban piedras y anunciaban la construcción de más
cuevas. Los muertos vivientes eran al fin los culpables,
se
necesitaba de cuevas fortificadas para salvaguardar la salud.
Un
día para nunca más parar,
empezaron
los humos acompañados de horripilantes hedores por todos lados.
La
única solución era confinarse en esas cuevas fortificadas.
Un
grito nos alertó diciendo –griten, no callen, que el ojo que todo lo ve miente-
Nadie
comprendía lo dicho por la voz,
hasta
que una noche a empujones un ojo nos iluminó.
Y
al fin comprendimos que habíamos perdido la lengua.
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